Glaucoma:
La marihuana reduce la presión intraocular, aliviando el dolor y
frenando el proceso degenerativo. El glaucoma supone una razón muy
importante de ceguera.
Cáncer:
El cannabis alivia las náuseas, vómitos y pérdida de apetito provocados
por el tratamiento con quimioterapia a los enfermos de cáncer.
Sida:
La marihuana ayuda a superar las náuseas, vómitos y pérdida de apetitos
provocados por esta enfermedad y su tratamiento con AZT y otras
sustancias.
Dolor crónico: El cannabis ayuda a reducir dolores y molestias causadas por múltiples patologías.
Epilepsia: La marihuana previene ataques epilépticos en algunos pacientes.
Esclerosis múltiple:
Estudios clínicos han probado las propiedades analgésicas de los
derivados del cannabis. Entre las posibles indicaciones están el dolor
neurológico de la esclerosis múltiple, el originado tras causar daño al
plexo braquial, en la infección por VIH, la artritis reumatoidea, el
cáncer, el dolor de cabeza, la dismenorrea, la inflamación crónica
intestinal y las neuralgias.
Anorexia:
Se ha observado una estimulación del apetito como efecto del THC cuando
se ha administrado en forma fraccionada una dosis total de 5 mg. al
día. Cuando es necesario, la dosis diaria se puede incrementar hasta 20
mg.
Epilepsia:
El uso en la epilepsia es también otras de las indicaciones
terapéuticas clásicas del cannabis, los experimentos con animales han
evidenciado el efecto antiepiléptico de algunos cannabinoides, y la
actividad anticonvulsionante de la fenitoína y del diacepam se ven
potenciados con el THC. Según unos pocos casos recogidos a lo largo del
siglo 20, mediante el uso del cannabis, algunos epilépticos han sido
capaces de controlar totalmente los síntomas. El cannabis puede
ocasionalmente precipitar convulsiones.
Asma:
Los experimentos sobre los efectos anti-asmáticos del THC o del
cannabis datan principalmente de los setenta y son todos estudios
rigurosos. Los efectos de un cigarro de cannabis (2% de THC) o de THC
oral (15 mg) respectivamente, corresponden aproximadamente con el
beneficio que se obtiene con la dosis terapéutica de un broncodilatador
habitual (salbutamol, isoprenalina)(1,3).
Artritis:
Es la inflamación y gradual degeneración del cartílago y los huesos de
las articulaciones. El tratamiento convencional se basa en opiáceos para
calmar el dolor y productos antiinflamatorios para mejorar el
movimiento de las articulaciones. El cannabis ayuda a disminuir o
eliminar el dolor y a ganar movilidad, y No tiene los efectos
secundarios y de dependencia como los opiáceos y fármacos…
Ansiedad (y trastornos del sueño):
El cannabis ayuda a reducir la tensión en los estados de ansiedad y
favorece la relajación de todo el organismo. De todos modos, el cáñamo
incrementa el ritmo cardíaco, por lo que los pacientes que sufran de
taquicardias u otros problemas cardiovasculares deben tomarlo con mucha
precaución y siempre tras consultar con un médico.
Alzheimer:
Una investigación, llevada a cabo con un derivado sintético, el
dronabinol, con sujetos enfermos de Alzheimer que rehusaban comer reveló
datos sorprendentes. El peso corporal de los sujetos que participaron
en el estudio se incrementó y disminuyó la severidad de los trastornos
de conducta. Los efectos secundarios incluyeron euforia, somnolencia y
cansancio. Está por estudiar el papel del cannabis como neurogenerador
en el caso de enfermedades que provocan la degeneración de las neuronas,
como el Alzheimer. Uno de los componentes del cannabis podría tener la
posibilidad de regenerar las neuronas (únicas células del organismo que
no se regeneran por sí solas). En la actualidad, no se conoce ninguna
sustancia que cumpla tal función en los seres humanos.
Depresión:
Aunque hay una gran variedad de síntomas, estos trastornos psíquicos
llevan a los pacientes a perder interés ante todo lo que le rodea o caer
en una ansiedad que dificulta la vida normal, la concentración o la
toma de decisiones. Los síntomas principales son pérdida de apetito e
insomnio, dolor de espalda y de cabeza, indisposición estomacal,
estreñimiento y fatiga crónica. Los tratamientos normales son los
fármacos antidepresivos, que entre otros efectos secundarios, pueden
producir aumento de peso, estreñimiento, dificultad urinaria, etc. Otro
que se emplea mucho es el carbonato de litio, que ha sido descrito como
“una camisa de fuerza emocional” y que la mayoría de los pacientes
termina abandonando. Ya en 1845 el francés Jaques-Joseph Moreau de Tours
proponía el uso del cánnabis para esta y otras enfermedades mentales
crónicas. El cannabis calma la ansiedad y ayuda a que los enfermos
piensen con claridad, se concentren y puedan disfrutar de la vida.
Dermatitis atópica (Prurito):
Esta enfermedad de origen probablemente alérgico provoca una gran
picazón (prurito) e inflama varias zonas de la piel (cara cuello,
piernas, etc.). Rascarse puede provocar infecciones que deben ser
combatidas con antibióticos. Las medicina emplea corticoides y pomadas.
Los esteroides vienen bien, pero dado sus peligrosos efectos si se usa a
largo plazo, se reserva para las crisis más agudas. El cannabis
disminuye la picazón y el dolor disminuye. Su uso continuado ayuda a
regenerar y a proteger la piel. El enfermo debería combinar entre su uso
fumado o ingerido con el de algún ungüento que calme de manera local
determinados momentos dolorosos.
Dolores de espalda:
El consumo de cannabis, así como las friegas con alcohol de cáñamo en
las zonas más dolorosas alivia eficazmente los dolores de espalda
(lumbares, cervicales, etc.), ya sean agudos o crónicos.
Glaucoma Ocular:
Es una presión en el globo ocular causada por una obturación en los
conductos por los que sale el humor acuoso, el fluido que usa el cuerpo
para lubricar y mantener los ojos en buen estado. Al quedar éste
retenido, presiona dentro del globo, con unos resultados que van desde
el daño en el ojo a largo plazo hasta la ceguera (el 15% de los casos de
ceguera son provocados por un glaucoma). Para desbloquear el ojo, la
medicina recurre a los productos químicos (con perniciosos efectos
secundarios que pueden dañar el hígado o los pulmones) o a las
intervenciones quirúrgicas. El cannabis no desbloquea el ojo, sino que
actúa de forma distinta. Constriñe los nervios para que el ojo segregue
menos líquido y el líquido acumulado se redistribuye y absorbe. Además,
dilata las mucosas que permiten el drenaje natural del ojo, favoreciendo
así la circulación del humor aquoso.
Infecciones de la piel y quemaduras:
La administración, por vía tópica, mediante lociones y pomadas de
cannabis, de infecciones como las que se sufren en los oídos, eliminó
dichos males. Además, se ha demostrado, que la aplicación tópica sobre
quemaduras de segundo grado alivia el dolor e impidió las infecciones.
Este campo de investigación es muy importante, en una época en la que
muchas bacterias se han hecho inmunes a los antibióticos.
Insomnio:
El cannabis se usa desde siempre como droga hipnótica (inductora del
sueño). Más que el THC, es otra sustancia, el canabidiol, la responsable
de este efecto. Como todos los consumidores por motivos lúdicos saben,
el cáñamo facilita un sueño profundo y reponedor. Los hipnóticos que
ofrece la industria farmacéutica desarrollan tolerancia, con ellos cabe
la posibilidad de una sobredosis mortal, provocan efectos secundarios y
algunos son incluso adictivos.
Menstruación y dolores del parto:
El cannabis se conoce desde antiguo por sus propiedades para los
dolores musculares que provoca la menstruación. La reina Victoria de
Inglaterra, allá por el siglo XIX, consumía cáñamo para combatir los
dolores de sus reglas, siendo una de las usuarias más famosas que se
conocen en la Historia. Además ayuda con las nauseas que se sienten
durante el embarazo (que en algunos casos extremos pueden llegar a ser
un problema muy serio) y con los dolores del parto, dado su carácter
analgésico y relajante.
Migraña:
Alteración nerviosa repentina que provoca fuertes dolores de cabeza y
alteraciones en el sentido de la vista que pueden provocar
alucinaciones. Tradicionalmente, se utilizaban opiáceos para el
tratamiento de estas dolencias, con el problema de la incapacidad para
hacer una vida normal, algo que sí se tiene con dosis medicinales de
marihuana. El cannabis funciona aliviando la enfermedad al estimular la
producción de serotonina, que detiene el proceso nervioso que
desencadena la migraña. Los pacientes suelen fumarla para dejar de
consumir en cuanto notan que el dolor desaparece. Algunos autores
sostienen que para combatir la migraña las hojas funcionan mejor que las
flores o los cogollos. Los medicamentos químicos más modernos siguen
las líneas de actuación del cáñamo y se centran en estimular la
producción de serotonina.
Paraplejia y tetraplejia:
Cuando se produce una lesión en la columna vertebral, el movimiento de
las extremidades se ve afectado. Si la parálisis afecta a las piernas se
llama paraplegía, si la lesión afecta a los brazos y el cuello es una
tetraplegía. Estas afecciones no anulan el movimiento de las
extremidades por completo, sino sólo su acción voluntaria. Los músculos
se activan sin permiso de su dueño en la forma de espasmos dolorosos. El
cannabis desentumece los músculos y alivia el dolor de los espasmos.
Los medicamentos que se administran para el tratamiento suelen tener
fuertes efectos secundarios e incluso producir infecciones.
Síndromes de abstinencia:
El uso del cannabis para combatir dependencias se conoce desde hace
siglos. En la actualidad se ha demostrado su utilidad para aliviar los
efectos del síndrome de abstinencia a los adictos a drogas como el
alcohol, los opiáceos o las benzodiapecinas.
Síndromes varios:
Determinados males (Tinnitus, síndrome de la fatiga crónica, síndrome
del miembro fantasma, etc.) pueden verse aliviados gracias al uso de
cannabis rico en THC.
Reumatismo:
Tipo de artritis producida por un mal funcionamiento del sistema
inmunitario, que ataca al tejido conjuntivo del organismo. Funciona el
mismo tratamiento que con la artritis y con el cáñamo los enfermos ganan
movilidad y disminuyen o eliminan el dolor.
La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas;
su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace
poco en Soria.
Intenté dormir de nuevo; ¡imposible! Una vez aguijoneada,
la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la
rienda. Por pasar el rato me decidí a escribirla, como en efecto lo hice.
Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo
algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi
balcón, estremecidos por el aire frío de la noche.
Sea de ello lo que quiera, ahí va, como el caballo de copas.
I
-Atad los perros; haced la señal con las trompas para que se reúnan los
cazadores, y demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos
los Santos y estamos en el Monte de las Ánimas.
-¡Tan pronto!
-A ser otro día, no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que
las nieves del Moncayo han arrojado de sus madrigueras; pero hoy es imposible.
Dentro de poco sonará la oración en los Templarios, y las ánimas de los difuntos
comenzarán a tañer su campana en la capilla del monte.
-¡En esa capilla ruinosa! ¡Bah! ¿Quieres asustarme?
-No, hermosa prima; tú ignoras cuanto sucede en este país, porque aún no
hace un año que has venido a él desde muy lejos. Refrena tu yegua, yo también
pondré la mía al paso, y mientras dure el camino te contaré esa historia.
Los pajes se reunieron en alegres y bulliciosos grupos; los condes de
Borges y de Alcudiel montaron en sus magníficos caballos, y todos juntos
siguieron a sus hijos Beatriz y Alonso, que precedían la comitiva a bastante
distancia.
Mientras duraba el camino, Alonso narró en estos términos la prometida
historia:
-Ese monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios,
cuyo convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y
religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de
lejanas tierras para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en
ello notable agravio a sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido
defenderla como solos la conquistaron.
Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la
ciudad fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los
primeros tenían acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para
satisfacer sus necesidades y contribuir a sus placeres; los segundos
determinaron organizar una gran batida en el coto, a pesar de las severas
prohibiciones de los clérigos con espuelas, como llamaban a sus
enemigos.
Cundió la voz del reto, y nada fue parte a detener a los unos en su
manía de cazar y a los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada
expedición se llevó a cabo. No se acordaron de ella las fieras; antes la
tendrían presente tantas madres como arrastraron sendos lutos por sus hijos.
Aquello no fue una cacería, fue una batalla espantosa: el monte quedó sembrado
de cadáveres, los lobos a quienes se quiso exterminar tuvieron un sangriento
festín. Por último, intervino la autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de
tantas desgracias, se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos,
situada en el mismo monte y en cuyo atrio se enterraron juntos amigos y
enemigos, comenzó a arruinarse.
Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar
sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en
jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las
breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las
culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la
nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le
llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que
cierre la noche.
La relación de Alonso concluyó justamente cuando los dos jóvenes
llegaban al extremo del puente que da paso a la ciudad por aquel lado. Allí
esperaron al resto de la comitiva, la cual, después de incorporárseles los dos
jinetes, se perdió por entre las estrechas y oscuras calles de Soria.
II
Los servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea
gótica del palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor
iluminando algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre
conversaban familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las
ojivas del salón.
Solas dos personas parecían ajenas a la conversación general: Beatriz y
Alonso: Beatriz seguía con los ojos, absorta en un vago pensamiento, los
caprichos de la llama. Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las
azules pupilas de Beatriz.
Ambos guardaban hacía rato un profundo silencio.
Las dueñas referían, a propósito de la noche de difuntos, cuentos
tenebrosos en que los espectros y los aparecidos representaban el principal
papel; y las campanas de las iglesias de Soria doblaban a lo lejos con un tañido
monótono y triste.
-Hermosa prima -exclamó al fin Alonso rompiendo el largo silencio en que
se encontraban-; pronto vamos a separarnos tal vez para siempre; las áridas
llanuras de Castilla, sus costumbres toscas y guerreras, sus hábitos sencillos y
patriarcales sé que no te gustan; te he oído suspirar varias veces, acaso por
algún galán de tu lejano señorío.
Beatriz hizo un gesto de fría indiferencia; todo un carácter de mujer se
reveló en aquella desdeñosa contracción de sus delgados labios.
-Tal vez por la pompa de la corte francesa; donde hasta aquí has vivido
-se apresuró a añadir el joven-. De un modo o de otro, presiento que no tardaré
en perderte... Al separarnos, quisiera que llevases una memoria mía... ¿Te
acuerdas cuando fuimos al templo a dar gracias a Dios por haberte devuelto la
salud que viniste a buscar a esta tierra? El joyel que sujetaba la pluma de mi
gorra cautivó tu atención. ¡Qué hermoso estaría sujetando un velo sobre tu
oscura cabellera! Ya ha prendido el de una desposada; mi padre se lo regaló a la
que me dio el ser, y ella lo llevó al altar... ¿Lo quieres?
-No sé en el tuyo -contestó la hermosa-, pero en mi país una prenda
recibida compromete una voluntad. Sólo en un día de ceremonia debe aceptarse un
presente de manos de un deudo... que aún puede ir a Roma sin volver con las
manos vacías.
El acento helado con que Beatriz pronunció estas palabras turbó un
momento al joven, que después de serenarse dijo con tristeza:
-Lo sé prima; pero hoy se celebran Todos los Santos, y el tuyo ante
todos; hoy es día de ceremonias y presentes. ¿Quieres aceptar el mío?
Beatriz se mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar
la joya, sin añadir una palabra.
Los dos jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y volviose a oír la
cascada voz de las viejas que hablaban de brujas y de trasgos y el zumbido del
aire que hacía crujir los vidrios de las ojivas, y el triste monótono doblar de
las campanas.
Al cabo de algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a anudarse de
este modo:
-Y antes de que concluya el día de Todos los Santos, en que así como el
tuyo se celebra el mío, y puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿no
lo harás? -dijo él clavando una mirada en la de su prima, que brilló como un
relámpago, iluminada por un pensamiento diabólico.
-¿Por qué no? -exclamó ésta llevándose la mano al hombro derecho como
para buscar alguna cosa entre las pliegues de su ancha manga de terciopelo
bordado de oro... Después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió:
-¿Te acuerdas de la banda azul que llevé hoy a la cacería, y que por no
sé qué emblema de su color me dijiste que era la divisa de tu alma?
-Sí.
-Pues... ¡se ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un
recuerdo.
-¡Se ha perdido!, ¿y dónde? -preguntó Alonso incorporándose de su
asiento y con una indescriptible expresión de temor y esperanza.
-No sé.... en el monte acaso.
-¡En el Monte de las Ánimas -murmuró palideciendo y dejándose caer sobre
el sitial-; en el Monte de las Ánimas!
Luego prosiguió con voz entrecortada y sorda:
-Tú lo sabes, porque lo habrás oído mil veces; en la ciudad, en toda
Castilla, me llaman el rey de los cazadores. No habiendo aún podido probar mis
fuerzas en los combates, como mis ascendentes, he llevado a esta diversión,
imagen de la guerra, todos los bríos de mi juventud, todo el ardor, hereditario
en mi raza. La alfombra que pisan tus pies son despojos de fieras que he muerto
por mi mano. Yo conozco sus guaridas y sus costumbres; y he combatido con ellas
de día y de noche, a pie y a caballo, solo y en batida, y nadie dirá que me ha
visto huir del peligro en ninguna ocasión. Otra noche volaría por esa banda, y
volaría gozoso como a una fiesta; y, sin embargo, esta noche... esta noche. ¿A
qué ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes? Las campanas doblan, la oración ha sonado
en San Juan del Duero, las ánimas del monte comenzarán ahora a levantar sus
amarillentos cráneos de entre las malezas que cubren sus fosas... ¡las ánimas!,
cuya sola vista puede helar de horror la sangre del más valiente, tornar sus
cabellos blancos o arrebatarle en el torbellino de su fantástica carrera como
una hoja que arrastra el viento sin que se sepa adónde.
Mientras el joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los
labios de Beatriz, que cuando hubo concluido exclamó con un tono indiferente y
mientras atizaba el fuego del hogar, donde saltaba y crujía la leña, arrojando
chispas de mil colores:
-¡Oh! Eso de ningún modo. ¡Qué locura! ¡Ir ahora al monte por semejante
friolera! ¡Una noche tan oscura, noche de difuntos, y cuajado el camino de
lobos!
Al decir esta última frase, la recargó de un modo tan especial, que
Alonso no pudo menos de comprender toda su amarga ironía, movido como por un
resorte se puso de pie, se pasó la mano por la frente, como para arrancarse el
miedo que estaba en su cabeza y no en su corazón, y con voz firme exclamó,
dirigiéndose a la hermosa, que estaba aún inclinada sobre el hogar
entreteniéndose en revolver el fuego:
-Adiós Beatriz, adiós... Hasta pronto.
-¡Alonso! ¡Alonso! -dijo ésta, volviéndose con rapidez; pero cuando
quiso o aparentó querer detenerle, el joven había desaparecido.
A los pocos minutos se oyó el rumor de un caballo que se alejaba al
galope. La hermosa, con una radiante expresión de orgullo satisfecho que coloreó
sus mejillas, prestó atento oído a aquel rumor que se debilitaba, que se perdía,
que se desvaneció por último.
Las viejas, en tanto, continuaban en sus cuentos de ánimas aparecidas;
el aire zumbaba en los vidrios del balcón y las campanas de la ciudad doblaban a
lo lejos.
III
Había pasado una hora, dos, tres; la media
noche estaba a punto de
sonar, y Beatriz se retiró a su oratorio. Alonso no volvía, no volvía, cuando en
menos de una hora pudiera haberlo hecho.
-¡Habrá tenido miedo! -exclamó la joven cerrando su libro de oraciones y
encaminándose a su lecho, después de haber intentado inútilmente murmurar
algunos de los rezos que la iglesia consagra en el día de difuntos a los que ya
no existen.
Después de haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de
seda, se durmió; se durmió con un sueño inquieto, ligero, nervioso.
Las doce sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las
vibraciones de la campana, lentas, sordas, tristísimas, y entreabrió los ojos.
Creía haber oído a par de ellas pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y
por una voz ahogada y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana.
-Será el viento -dijo; y poniéndose la mano sobre el corazón, procuró
tranquilizarse. Pero su corazón latía cada vez con más violencia. Las puertas de
alerce del oratorio habían crujido sobre sus goznes, con un chirrido agudo
prolongado y estridente.
Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban
paso a su habitación iban sonando por su orden, éstas con un ruido sordo y
grave, aquéllas con un lamento largo y crispador. Después silencio, un silencio
lleno de rumores extraños, el silencio de la media noche, con un murmullo
monótono de agua distante; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras
ininteligibles; ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se
arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones fatigosas que casi se sienten,
estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que no se ve y
cuya aproximación se nota no obstante en la oscuridad.
Beatriz, inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las
cortinillas y escuchó un momento. Oía mil ruidos diversos; se pasaba la mano por
la frente, tornaba a escuchar: nada, silencio.
Veía, con esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como
bultos que se movían en todas direcciones; y cuando dilatándolas las fijaba en
un punto, nada, oscuridad, las sombras impenetrables.
-¡Bah! -exclamó, volviendo a recostar su hermosa cabeza sobre la
almohada de raso azul del lecho-; ¿soy yo tan miedosa como esas pobres gentes,
cuyo corazón palpita de terror bajo una armadura, al oír una conseja de
aparecidos?
Y cerrando los ojos intentó dormir...; pero en vano había hecho un
esfuerzo sobre sí misma. Pronto volvió a incorporarse más pálida, más inquieta,
más aterrada. Ya no era una ilusión: las colgaduras de brocado de la puerta
habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el
rumor de aquellas pisadas era sordo, casi imperceptible, pero continuado, y a su
compás se oía crujir una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se acercaban,
y se movió el reclinatorio que estaba a la orilla de su lecho. Beatriz lanzó un
grito agudo, y arrebujándose en la ropa que la cubría, escondió la cabeza y
contuvo el aliento.
El aire azotaba los vidrios del balcón; el agua de la fuente lejana caía
y caía con un rumor eterno y monótono; los ladridos de los perros se dilataban
en las ráfagas del aire, y las campanas de la ciudad de Soria, unas cerca, otras
distantes, doblan tristemente por las ánimas de los difuntos.
Así pasó una hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella
pareció eterna a Beatriz. Al fin despuntó la aurora: vuelta de su temor,
entreabrió los ojos a los primeros rayos de la luz. Después de una noche de
insomnio y de terrores, ¡es tan hermosa la luz clara y blanca del día! Separó
las cortinas de seda del lecho, y ya se disponía a reírse de sus temores
pasados, cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo, sus ojos se
desencajaron y una palidez mortal descoloró sus mejillas: sobre el reclinatorio
había visto sangrienta y desgarrada la banda azul que perdiera en el monte, la
banda azul que fue a buscar Alonso.
Cuando sus servidores llegaron despavoridos a noticiarle la muerte del
primogénito de Alcudiel, que a la mañana había aparecido devorado por los lobos
entre las malezas del Monte de las Ánimas, la encontraron inmóvil, crispada,
asida con ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los
ojos, entreabierta la boca; blancos los labios, rígidos los miembros, muerta;
¡muerta de horror!
IV
Dicen que después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que
pasó la noche de difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro
día, antes de morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre
otras, asegura que vio a los esqueletos de los antiguos templarios y de los
nobles de Soria enterrados en el atrio de la capilla levantarse al punto de la
oración con un estrépito horrible, y, caballeros sobre osamentas de corceles,
perseguir como a una fiera a una mujer hermosa, pálida y desmelenada, que con
los pies desnudos y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas
alrededor de la tumba de Alonso.
Actividades:
1.Breve argumento de la leyenda.
La historia transcurre
en un monte soriano, llamado Monte de las Ánimas, el día de los
Difuntos. Comienza con una expedición de cazadores de ese lugar, pero ya
se encuentra preparando el regreso, ya que es 1 de noviembre, día de
Todos los Santos, justo antes de la terrible fecha. Así es como Beatriz y
Alonso, hijos de los Condes de Borges y de Alcudiel, junto a sus padres
y pajes, montados a caballo, inician el camino hacia la cacería.
Alonso, que es cazador, empieza a contar una leyenda, la del Monte de
las Ánimas. Al parecer, a este monte que llamaban de las ánimas
pertenecía a los Templarios, que eran guerreros y religiosos a la vez.
Cuando los árabes fueron expulsados de Soria, el Rey los hizo venir para
defender la ciudad, lo que ofendió a los nobles de Castilla y se creó
cierta hostilidad entre ellos. Entonces, se inició una profunda lucha
hasta que el rey finalizó la espantosa batalla; el monte fue abandonado y
en la capilla de los religiosos se enterraron los cuerpos de unos y
otros. Desde entonces, cuando llega la noche de los difuntos corre la
leyenda de que las ánimas de los muertos corren junto con todos los
animales del monte, muertos de miedo y sin que nadie quiera permanecer
ahí por esta fecha.
Una
vez en casa de los Condes y reunidos junto a la lumbre, sólo Beatriz y
Alonso permanecían ajenos a la conversación general, hasta que el joven
rompió el largo silencio comunicándole a su prima que pronto se
separarían y que antes de ello le quería regalar una joya. Beatriz le
contestó que aceptar un regalo suyo podía comprometer su voluntad, y
entonces Alonso le contó que era el día de todos los santos y que por lo
tanto, un día de celebración para todos. Ella, sin decir nada, aceptó
el regalo y él le pidió alguna cosa suya. Beatriz estuvo de acuerdo y le
dijo que en el monte de las ánimas perdió la banda azul que llevaba en
la cacería, y que justamente quería regalársela. A estas palabras,
Alonso, aún sintiéndose capaz de luchar contra los lobos, no era lo
suficiente valiente como para ir de noche al monte y buscar aquel objeto
perdido. Pero al ver una sonrisa irónica de Beatriz, se levantó, y
muerto de miedo se dirigió hacia el monte en su caballo, diciéndole
adiós a la hermosa. Fueron pasaron las horas hasta llegar la media noche
y Beatriz no pudiendo dormir se levantó a rezar creyendo oír su nombre
cuando sólo era el viento que azotaba su ventana. Así, asustada y con
insomnio, oyendo las campanas de la ciudad de Soria, hasta que llegó el
amanecer. Cuando se levantó, estando a punto de reírse de ella misma por
haberse asustado tanto la noche anterior, vio su banda azul rota y
ensangrentada en su mesilla de noche. Beatriz quedó paralizada, sus ojos
se desencajaron y cuando vinieron sus sirvientes para avisarla que
Alonso había sido devorado por los lobos del monte, la encontraron
inmóvil y muerta de horror.
Dicen
que después de este suceso, un cazador logró estar una noche dentro del
monte de las ánimas, y que antes de morir pudo narrar que vio los
esqueletos de los antiguos Templarios y de los nobles sorianos
enterrados en la capilla, y además, pudo ver también como una mujer
desmelenada y con los pies ensangrentados daba vueltas alrededor de la
tumba de Alonso.
2.Indica cuales son los personajes de la leyenda.
Los personajes son Beatriz y Alonso.
3. Dar opinion de las caracteristicas de Alonso y Beatriz.
Alonso y Beatriz son valientes y retadores, y no se acobardan ante una propuesta.
4. Al principio del relato la leyenda se situa en un lugar. Indica cual es.
Se situa en Soria.
5. En la leyenda se menciona a los templarios. Busca informacion en internet de quienes son los templarios.
La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, también llamada la Orden del Temple y cuyos miembros son más comúnmente conocidos como caballeros templarios (templiers en francés), fue una de las más famosas órdenes militares cristianas de la Edad Media. Se mantuvo activa durante poco menos de dos siglos. Fue fundada en 1118 o 1119 por nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payens tras la Primera Cruzada. Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista. La orden fue reconocida por el patriarca latino de Jerusalén Garmond de Picquigny, quien les impuso como regla la de los canónigos agustinos del Santo Sepulcro.
Aprobada oficialmente por la Iglesia católica en 1129, durante el Concilio de Troyes (celebrado en la catedral
de la misma ciudad), la Orden del Temple creció rápidamente en tamaño y
poder. Los caballeros templarios empleaban como distintivo un manto blanco con una cruz roja dibujada en él. Militarmente, sus miembros se encontraban entre las unidades mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas.
Los miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja
estructura económica dentro del mundo cristiano. Crearon, incluso,
nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva del
moderno banco. La orden, además, edificó una serie de fortificaciones por todo el mar Mediterráneo y Tierra Santa.
El éxito de los templarios se encuentra estrechamente vinculado a las
Cruzadas. La pérdida de Tierra Santa derivó en la desaparición de los
apoyos de la orden. Además, los rumores generados en torno a la secreta
ceremonia de iniciación de los templarios crearon una gran desconfianza.
Felipe IV de Francia, fuertemente endeudado con la orden, comenzó a presionar al papa Clemente V con el objeto de que tomara medidas contra sus integrantes. En 1307, un gran número de templarios fueron apresados, inducidos a confesar bajo tortura y posteriormente quemados en la hoguera. En 1312,
Clemente V cedió a las presiones de Felipe IV y disolvió la orden. Su
brusca erradicación dio lugar a especulaciones y leyendas que han
mantenido vivo el nombre de los caballeros templarios hasta nuestros
días.
6. Inventate otro final distinto a la leyenda, de al menos seis lineas.
Alonso volvio de recoger la banda, pero Beatriz estaba dormida. Entonces decidio gastarle una broma a Beatriz. Empezo a hacer ruidos de modo que pareciera que hubiera fantasmas. Beatriz se asusto mucho y se escondio debajo de las sabanas. Alonso aprovecho y dejo la banda encima de la cama, y se escondio en el armario y espero a que Beatriz lo viera. Cuando vio la banda encima de su cama empezo a gritar. Alonso salio riendose del armario y sin querer tropezo y se cayo por la ventana, Beatriz intento ayudarle pero ella tambien cayo por la ventana, y murieron los dos. Sus cuerpos fueron devorados por los lobos.
7. Expon cual es el final de la leyenda.
Alonso no volvia y Beatriz paso la noche en vela. Se encontro la banda azul ensangrentada encima de su reclinatorio. Cuando sus servidores fueron a avisarla que Alonso habia muerto devorado por los lobos, se encontraron a Beatriz inmovil.
Creacion de un Microrrelato de Terror
No mas de 200 palabras.
Era una noche de Halloween cualquiera, alquile la casa a un precio asombrosamente barato, y tenia planeado pasar una buena noche con los colegas alli. Eramos 7, y juntamos unos 40 gramos de marihuana para toda la noche, con la play 3. Estabamos tan tranquilos pero aparecio un viejo loco con una motosierra y mato a 5 de los que eramos esa noche. Un amigo y yo conseguimos escapar, el viejo nos perseguia y nosotros corriamos pero con la fumada que llevabamos mi amigo se cayo y el viejo le pillo y le corto el cuello. Yo entonces ya me habia cansado de correr, entonces se me ocurrio invitarle a un porro al viejo loco, y acepto. Cuando se descuido, cogi la motosierra y le corte en dos
El hachís es una droga psicoactiva derivada del cannabis. Se extrae al desprender de las flores del cannabis los tricomas
que la cubren. De aspecto sólido, se hace maleable al calentarlo. Es de
color marrón con reflejos rojizos, negros, verdosos y dorados. Se suele
fumar en pipa, mezclado con brotes de cannabis y con tabaco.
Los efectos del hachís son semejantes a los de la marihuana,
aunque hay que tener en cuenta que el hachís que se compra en el
mercado negro suele estar adulterado, así que puede ser nocivo. También
hay que tener en cuenta que la marihuana en los países donde se cultiva,
se suele secar al sol, lo que hace que el THC (la sustancia psicoactiva principal de la marihuana) se degrade, haciendo que sus efectos sean más calmantes que eufóricos. El hachís se produce principalmente en el valle del Rif (Marruecos), en Afganistán, en el Líbano, en Nepal, Cachemira y en la India.
No hay constancia de que produzca dependencia física, aunque se ha
descrito cierto síndrome de abstinencia en usuarios crónicos al
interrumpir su consumo, caracterizado por ansiedad, irritabilidad,
pérdida o incremento del apetito, alucinaciones, mareos, náuseas,
temblores e insomnio. Se cree que su dependencia es, en casos sin
adulteración, únicamente psicológica.
En
algunos casos, los consumidores pueden experimentar reacciones agudas
de pánico, caracterizadas por ansiedad, paranoia, timidez, perdida del
autocontrol, pensamientos atropellados y desorientación.
Afortunadamente,
estas reacciones son poco frecuentes y normalmente desaparecen al cabo
de un par de horas, sin necesidad de tratamiento médico alguno.
Las víctimas de este tipo de experiencias pueden estar seguras que su malestar no durará mucho.
A menudo, las sensaciones agradables y desagradables se suceden en oleadas alternativas mientras los pensamientos suben y bajan.
Las
reacciones de pánico son más habituales entre consumidores novatos con
dosis excesivas (esos pasteles...) y en entornos desagradables.
En
caso de hacerlo, los primerizos deberían tener la precaución de
comenzar con dosis pequeñas en un ambiente cómodo y con tiempo para
experimentar la droga.
Ocasionalmente, la marihuana puede
producir síntomas físicos desagradables, que incluyen dolores de cabeza,
vértigo, náuseas y vómitos.
Pueden estar precedidos de ansiedad,
y son más habituales con dosis potentes. Algunos individuos
experimentan estos síntomas de manera regular, como una reacción
alérgica.
Lo más frecuente, sin embargo, es que las reacciones físicas adversas se presenten como consecuencia de una sobredosis.
Aunque no resulten nunca fatales, las sobredosis fuertes son desagradables y pueden debilitar temporalmente al paciente.
Los
síntomas incluyen ansiedad, pánico, agitación, alucinaciones y fuertes
taquicardias, que desembocan en inmovilidad, apatía e inconsciencia.
Afortunadamente los efectos duran poco y desaparecen con unas horas de sueño, sin necesidad de antídoto alguno.
Las
sobredosis tóxicas son más escasas con la marihuana inhalada que al
ingerirla oralmente, ya que los fumadores pueden percibir
instantáneamente que ya tienen suficiente o que la droga es muy potente.
A
lo sumo, los fumadores pueden ir "una calada más allá del punto" antes
de darse cuenta de que están demasiado colocados y detener el consumo.
Las dosis orales son mucho más difíciles de controlar.
No es difícil pasarse con los pastelitos y no darse cuenta de lo que te ha sucedido hasta varias horas después.
Las
intoxicaciones de marihuana eran más habituales a finales del siglo
pasado y principios de éste, cuando los preparados médicos eran potentes
tónicos que contenían cientos de dosis por litro.
La
marihuana es excepcionalmente segura. Esto no quiere decir que no tenga
efectos adversos. Como todas las drogas, la marihuana puede ser dañina
si es tomada en exceso o se abusa de ella.
Los efectos de la
marihuana se sienten casi de inmediato después de fumar. Si se toma por
ingestión oral, se pueden retrasar una hora o más.
Cuando se
fuma, los efectos son más pronunciados durante la primera y/o segunda
hora inmediatamente después del consumo, disminuyendo progresivamente a
las tres o cuatro horas que siguen.
Normalmente desaparecen tras
una buena noche de sueño. A diferencia del alcohol, opiáceos, cocaína,
anfetaminas y muchas otras drogas, los porros no producen una "bajada"
desagradable o efectos "rebote": sencillamente, el "colocón" desaparece.
Una minoría de gente suprasensible puede sentirse suavemente sedada durante un día o algo así después de su consumo.
Los
consumidores crónicos, los que fuman marihuana todos los días, pueden
sentir unos efectos más prolongados, aunque mínimos, durante días o
semanas después de dejar el hábito. Las causas de esta "confusión
cannábica" son dudosas.
Una posible explicación es una
acumulación de cannabinoides residuales en el sistema. El THC es una
droga liposoluble que tiende a ser absorbida por los tejidos grasos del
cuerpo.
La mayoría de cannabinoides inhalados en un porro acaban
en cualquier otro sitio distinto del cerebro. Vuelven lentamente al
torrente sanguíneo después de varios días.
Para los consumidores
ocasionales, la concentración en sangre del THC residual es minúscula.
En todo caso, el consumo crónico de grandes dosis aumenta el nivel del
THC residual hasta niveles que pueden ser detectados durante más de 48
horas después.
El THC tiene pocos efectos secundarios importantes. Los síntomas más comúnmente descritos son los siguientes:
>Sequedad de garganta, que desemboca en sed.
>Enrojecimiento del blanco de los ojos, o conjuntiva, debido a la dilatación de los capilares oculares.
>Dilatación
de pupilas. En consumidores empedernidos, los ojos sufren un
amarilleamiento remanente (debido a esta dilatación capilar casi
constante) que puede alargarse mucho tiempo después de dejar de
consumir.
>Aceleración del pulso, o taquicardia.
>Reducción de la presión intraocular, benéfica para los enfermos de glaucoma.
>Dilatación bronquial y de los bronquiolos.
Además,
el humo de la marihuana (como todos los humos) tiene efectos irritantes
en los pulmones, exactamente igual que el tabaco. Estos no proceden de
los cannabinoides, sino de otros productos tóxicos de la combustión.
Afortunadamente,
pueden reducirse mediante diversos métodos de fumar (como las pipas de
agua), y eliminarse completamente ingiriendo la marihuana en lugar de
fumarla.
Aunque cautela, comiéndola se asimila mucho más tanto
por cien de THC que fumando y como la sustancia tiene que pasar por el
aparato digestivo, los efectos pueden tardar de 30 minutos a dos horas
en manifestarse.
Muchas personas que han probado el pastel Ganja o
las Galletitas Verdes se han llevado malas experiencias por un consumo
excesivo, pues al no hacer efectos inmediatos como fumando, comen el
preparado a una cantidad igual que si no llevara Yerba y luego vienen
los mareos...
Si lo haces, debes consumir de poco en poco tanto
si fumas o comes, para conocer bien los efectos y evitar reacciones
desagradables, especialmente si eres novicio en el asunto.
La
marihuana no produce adicción física. Los fumadores pueden consumirla
diariamente durante muchos años y abandonarla sin dificultad. Cuando se
le pregunta a un antiguo fumador cómo la dejó, una respuesta típica es
sencillamente, no la he vuelto a probar.
Cuando los
expertos comparan la marihuana con el alcohol, la nicotina, la cocaína,
los opiáceos, la cafeína y otras drogas psicoactivas, la colocan al
final, o casi, de la lista en términos de potencial de dependencia,
reforzamiento y abstinencia.
Sin embargo, como cualquier
placer humano, el consumo de marihuana puede llegar a ser un hábito muy
fuerte para cierta minoría. Alrededor del 10% de los consumidores
lúdicos tienen problemas para controlar su uso. En su mayoría, son
personas que tienen también problemas con otras drogas.
Algunos
programas de tratamiento contra las drogas actúan sobre consumidores
compulsivos de marihuana, pero estos usuarios representan una mínima
proporción entre los inscritos de dichos programas.
Una minoría
de consumidores lúdicos habituales, con muchos años de consumo a
elevadas dosis, pueden sufrir un pequeño síndrome de abstinencia cuando
abandonan la marihuana. Este incluye ansiedad moderada, depresión,
pesadillas, dificultades para dormir, sueños muy vívidos, irritabilidad,
temblores, sudores, náuseas, convulsiones musculares y desasosiego.
Estos
síntomas, aunque moderados, pueden durar unos pocos días, pero solo son
notables en consumidores muy empedernidos, e incluso entonces no
representa ningún obstáculo para el abandono del hábito.